sábado, 1 de mayo de 2010

Una semana en el paraiso

May in Ayemenem is a hot, brooding month. The days are long and humid. The river shrinks and black crows gorge on bright mangoes in still, dustgreen trees. Red bananas ripen. Jackfruits burst. Dissolute bluebottles hum vacuously in the fruity air. Then they stun themselves against clear windowpanes and die, fatly baffled in the sun.

Mayo en Ayemenem es un mes caluroso y melancólico. Los días son largos y húmedos. El río parece encogerse y los negros cuervos se atiborran de riquísimos mangos en los apacibles árboles. Las bananas rojas maduran. Las yacas se abren. Los moscardones disolutos zumban vagamente en el aire afrutado. Acaban estampandose frente a ventanales transparentes y mueren, perplejos, al sol.

Arundhati Roy, El Dios de las pequeñas cosas


Aprovecho la visita de mis padres y los "tíos" para visitar Kerala, un estado al suroeste de India. A este remanso de paz, los indios lo conocen como "God's own land"; la tierra propia de Dios. 

Los sucesivos gobiernos comunistas (Kerala fue el primer estado comunista democrático del mundo), el turismo y las ingentes remesas que llegan desde Dubai y Singapur, han hecho de Kerala uno de los estados más limpios, cuidados y agradables de India.

A ello hay que unir su encanto natural, que incluye desde playas tropicales a frondosas selvas regadas por caprichosos canales naturales.

En Fort Cochi vemos pescar con las famosas redes de pesca chinas (y después disfrutamos del fruto de la pesca)

Con todo eso, Kerala es el destino ideal para llevar a la familia. Empezamos la visita por la ciudad de Kochi. Allí paseamos por el puerto, comimos buen pescado y unos calamares y asistimos a un espectáculo de Kathakali, la danza tradicional del sur de la India.

Con los actores del Kathakali, después del espectáculo

Desde Kochi, al día siguiente vamos a los Backwaters, los famosos canales naturales del sur de la India, que forman una red fluvial de más de 800 km. 

 Nuestro "gondolero" ¿llevará algo debajo de la falda?

Muchos turistas suelen pasar una noche en las barcazas-hotel que navegan por estos canales, pero a mí dos o tres personas de confianza me desaconsejaron esa opción, así que nos limitamos a una excursión de día. Por la mañana nos adentramos en los canales más estrechos en una canoa y, en uno de ellos visitamos una plantación de especias. Por la tarde, navegamos junto a más gente en un barco más grande y paramos a comer en una cabaña donde nos sirven el arroz con especias...¡en hojas de platano!

En la canoa, con nuestra simpática guía

Al día siguiente visitamos la reserva natural de tigres de Periyar. No llegamos a ver ningún tigre, pero montamos en elefante y en jeep y disfrutamos de una chulisima excursión por una selva preciosa.

 Excursión a pie por la selva

Montando en elefante

Acabamos el viaje en Varkala, una ciudad sagrada del hinduismo, famosa por su playa, que reposa a los pies de un acantilado. Nos dimos un baño, visitamos un templo y comimos muy buen pescado.

La playa de Little Varkala

En conjunto, un viaje chulísimo, de lo más bonito que he visto en India. Acabo aquí esta breve reseña, a la espera de la crónica, más exhaustiva y divertida, del señor David.

No acabo sin informaros de que parece que todo está saliendo bien por aquí y espero estar pronto por allí.

Por otro lado, esta semana hemos podido ver a dos estupendas reporteras en Callejeros Viajeros en Delhi. Sin duda, ellas dos fueron lo mejor del reportaje.